REFLEXIONES

Señor Todopoderoso! Concede gracia tanto al Escritor como al Lector, al recibir el mensaje de esta profecía, de parte de tu siervo el Profeta, para que podamos aceptarla en su totalidad como la carga del Señor, trayendo a nosotros las grandes cosas de tu bendita palabra. Oramos para marcar la gracia distintiva de nuestro Dios, en su elección de Jacob y el rechazo de Esaú. Y rogamos humildemente al Señor que nos ayude en nuestras solemnes meditaciones sobre este tema, con su divina enseñanza, para que bajo la influencia del Espíritu Santo, demos diligencia para hacer firme nuestro llamamiento y elección.

¡Oh! por la gracia de conocerte como nuestro Padre; sí, nuestro Dios y Padre en Cristo Jesús; y ofrecerte ese honor, adorarte y amarte con ese santo temor, como conviene a los redimidos del Señor.

Y, ¡oh! ¡Tú, glorioso Señor Jesús! Apresúrate, te suplicamos, la hora auspiciosa, cuando desde el amanecer hasta el atardecer tu nombre será adorado de orilla a orilla, y desde el río hasta los confines de la tierra. Anhelamos ver el amanecer de ese día bendito, cuando todo el mundo verá la salvación de nuestro Dios; y el conocimiento de Jesús cubrirá la tierra, como las aguas el cauce del gran abismo.

Levanta a ti, oh Señor, pastores fieles y desinteresados, que no inhalarán tu servicio, ni lo considerarán un cansancio y una carga. ¡Oh! por un corazón para recibir lo que mi Señor ha dicho, y postrarse con santo gozo y reverencia ante la revelación. Tú eres en verdad, oh bendito Jesús, un gran rey, y tu nombre es terrible entre las naciones. Prueba la grandeza de tu soberanía y poder, reinando en mí, y sobre mí, y en todos los afectos de mi corazón, el Señor de vida y gloria. Amén.

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