Y no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito, y llamó su nombre JESÚS.

Hay una gran dulzura y modestia en la palabra original, por no conocerla. Y la castidad del lenguaje de las Escrituras siempre debe ser admirada y estimada. Cuánto enseña una castidad de conversación entre el pueblo de Dios; incluso, cuando la necesidad en algún momento nos obliga a hablar de lo que se relaciona con las actuales enfermedades de nuestra pobre naturaleza caída. Cuando se dice que María continuó en estado de soltería hasta el nacimiento de Cristo; no dice más de lo que declaró la profecía.

Una virgen iba a concebir y una virgen daría a luz un hijo. Esto se logró literalmente. Para que no surja ninguna duda acerca de la castidad de la virgen, hasta que se cumpla el nacimiento de CRISTO. Mucho se ha dicho y escrito con respecto a la convivencia de María con José, después del nacimiento de CRISTO. Pero las escrituras guardan un silencio total sobre el tema. Y por lo tanto, la Iglesia de DIOS también se vuelve callada.

Si María continuó o no en un solo estado, no es un artículo de fe. Todos los sucesos posteriores de su vida fueron para ella misma; y no a la Iglesia. Y debería parecer, por las palabras del Señor Jesús a ella, en la fiesta de bodas en Caná de Galilea, como si el Señor desalentaría a su pueblo de atribuir honores inapropiados a la virgen. Aunque el ángel la declaró muy favorecida y bendecida entre las mujeres, al ser destacada para el alto honor en la concepción milagrosa; sin embargo, en todos los demás puntos, María estaba en pie de igualdad con cada hijo de DIOS en el Pacto.

Y que María misma lo consideró como tal, y buscó la salvación, como todos los demás redimidos lo hacen, en y por CRISTO, es evidente por el cántico que cantó en la ocasión: María dijo: Engrandece mi alma al SEÑOR, y a mi espíritu se regocija en Dios mi SALVADOR. Lucas 1:46 , etc.

REFLEXIONES.

¡PAUSA, lector! en esta apertura del Evangelio de Jesucristo, el HIJO de DIOS; y al contemplar la relación del linaje de CRISTO, según la carne, quien no fue hecho después de una genealogía temporal de un mandamiento carnal, sino según el poder de una vida sin fin; Bien podemos clamar ambos, con el asombro del Profeta: ¿Quién contará su generación? ¡Oh! por la gracia de descubrir la maravillosa relación entre Cristo y su pueblo; y para regocijarse con la Iglesia, en la verdad gloriosa: Un niño nos ha nacido; un hijo nos es dado; y el gobierno estará sobre su hombro; y se llamará Admirable, Consejero; el Dios Fuerte; el Padre Eterno, el Príncipe de Paz!

¡Y lector! como ambos tenemos una causa tan abundante, busquemos del Señor toda la gracia adecuada, para bendecirlo por el descubrimiento aquí hecho; cómo la naturaleza humana de Cristo fue producida por el cuerpo que DIOS el PADRE lo preparó; y por el poder eclipsante de DIOS el Espíritu Santo, por el cual. fue concebido en el vientre de la virgen. Bendigamos a Dios por las graciosas revelaciones de este estupendo evento; por lo que la necesidad de la expiación, y la importancia infinita de ella, se muestra más plenamente.

Y ¡oh! Tú, querido Señor Jesús; Nunca, nunca, ninguno de los niños perderá de vista tu infinita condescendencia, quien, aunque en la forma de Dios, y con quien no era un robo ser igual a DIOS; sin embargo, te despojaste de tu reputación, y tomaste Tú tienes la forma de un siervo, y fuiste hallado a la moda como un hombre, y te humillaste hasta la muerte de cruz.

¡Señor Jesus! Danos para conocerte, para amarte, para deleitarnos en ti, por cada nombre entrañable, oficio y carácter, en el que te has revelado a tu pueblo. Tú eres en verdad Emmanuel; DIOS con nosotros; Dios en nosotros; DIOS por nosotros! Tú eres JEHOVÁ, justicia nuestra. Tú eres en verdad JESÚS, porque en ese dulce nombre se comprenden todos los demás. Y lo que le agrada aún más a nuestros corazones, nos has mandado que te llamemos así; Porque en esta bendita Escritura se dice: Llamarás su nombre JESÚS; porque El salvará a su pueblo de sus pecados. Amén.

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