REFLEXIONES

¡Bendito Señor Jesús! sé eternamente amado y adorado, en el sentido de que sales del seno del Padre para dar a conocer los sagrados propósitos de su santa voluntad y que fueron todos propuestos en Cristo Jesús antes de que el mundo comenzara. Y bendito sea tu nombre por ese amor y gracia en tu corazón, al haber enseñado a tu pueblo su seguridad en medio de todos los juicios que están sucediendo en el mundo; y en medio de todos los engaños de demonios y hombres al acecho para engañar.

¡Sí! ¡sí! Queridísimo Señor, en este bendito Capítulo aprendemos que es imposible engañar así a tus elegidos, o que puede seguir una verdadera injuria. ¡Oh! ¡Señor! da a tu pueblo la gracia de rastrear sus misericordias hasta la fuente; y saber que su seguridad, así como su felicidad, surge de que hayan sido elegidos en ti y no de nada en ellos mismos. Y alma mía, en un día como el presente, no te conmuevan los informes de falsos cristos o falsos profetas.

Jesús mantendrá; Jesús preservará; Jesús asegurará a los suyos. Y se acerca el día en que vendrá para ser glorificado en sus santos, y ser admirado por los que creen. En esa hora decisiva, Señor, concede que pueda ser hallado en ti, esperando tu llegada, y no me avergüence antes: ¡tú a tu venida! amén

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