(6) Tú, tú, solo SEÑOR eres; Tú hiciste los cielos, los cielos de los cielos con todo su ejército, la tierra y todo lo que hay en ella, los mares y todo lo que hay en ellos, y los preservas a todos; y el ejército de los cielos te adora. (7) Tú eres el SEÑOR Dios, que escogiste a Abram, y lo sacaste de Ur de los caldeos, y le diste el nombre de Abraham; (8) Y fundó fiel su corazón delante de ti, e hizo pacto con él para dar la tierra de los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, jebuseos y gergeseos, para darla, digo: a su descendencia, y has cumplido tus palabras; porque tú eres justo. (9) Y viste la aflicción de nuestros padres en Egipto, y oíste su clamor junto al mar Bermejo; (10) Hiciste señales y prodigios sobre Faraón y todos sus siervos,

Así que te conseguiste un nombre, como lo es hoy. (11) Y dividiste el mar delante de ellos, de modo que ellos pasaron por en medio del mar en seco; ya sus perseguidores arrojaste al abismo, como piedra en las impetuosas aguas. (12) Además los guiaste de día con columna de nube; y de noche junto a una columna de fuego, para alumbrarles el camino por donde deben ir.

(13) Tú también descendiste sobre el monte Sinaí, y hablaste con ellos desde el cielo, y les diste juicios justos, leyes verdaderas, estatutos y mandamientos buenos; 14) les hiciste conocer tu santo día de reposo, y les ordenaste preceptos, estatutos y leyes por mano de Moisés tu siervo: (15) Y les diste pan del cielo para su hambre, y les sacaste agua de la peña para su sed, y les prometiste que entrarían a poseer la tierra que juraste darles.

(16) Pero ellos y nuestros padres obraron con soberbia, y endurecieron sus cuellos, y no escucharon tus mandamientos, (17) y se negaron a obedecer, ni se acordaron de las maravillas que hacías entre ellos; pero endureció sus cuellos, y en su rebelión designó un capitán para volver a su servidumbre; pero tú eres un Dios dispuesto a perdonar, clemente y misericordioso, lento para la ira, y grande en misericordia, y no los abandonas.

(18) Sí, cuando les hicieron un becerro de fundición, y dijeron: Este es tu Dios, que te sacó de Egipto y que hizo grandes provocaciones; (19) Pero tú por tus muchas misericordias no los abandonaste en el desierto; la columna de nube no se apartó de ellos de día para guiarlos por el camino; ni la columna de fuego de noche para alumbrarlos, y el camino por donde deben ir. (20) También diste tu buen espíritu para instruirlos, y no apartaste tu maná de su boca, y les diste agua para su sed.

(21) Sí, cuarenta años los sostuviste en el desierto, y nada les faltó; sus vestidos no se envejecieron ni sus pies se hincharon. (22) Y les diste reinos y naciones, y los dividiste en cantones; y poseyeron la tierra de Sehón, la tierra del rey de Hesbón y la tierra de Og rey de Basán. (23) Multiplicaste también sus hijos como las estrellas del cielo, y los trajiste a la tierra de la cual habías prometido a sus padres que entrarían a poseerla.

(24) Entonces los niños entraron y tomaron posesión de la tierra, y tú sometiste delante de ellos a los habitantes de la tierra, los cananeos, y los entregaste en sus manos, con sus reyes y la gente de la tierra, para que pudieran hacer con ellos. ellos como lo harían. (25) Y tomaron ciudades fuertes y una tierra fértil, y poseyeron casas llenas de todos los bienes, pozos cavados, viñas y olivares y árboles frutales en abundancia; así comieron, y se saciaron, y engordaron, y se deleitaron en tu gran bondad.

(26) Sin embargo, fueron desobedientes y se rebelaron contra ti, echaron tu ley a sus espaldas y mataron a tus profetas que testificaban contra ellos para volverlos a ti, y provocaron grandes provocaciones. (27) Por tanto, los entregaste en mano de sus enemigos, que los afligían; y en el tiempo de su angustia, cuando clamaron a ti, los oíste desde el cielo; y conforme a tus múltiples misericordias les diste salvadores, que los salvaron de la mano de sus enemigos.

(28) Pero después que descansaron, volvieron a hacer lo malo delante de ti; por tanto, los dejaste en mano de sus enemigos, para que tuvieran dominio sobre ellos; pero cuando volvieron y clamaron a ti, los oyes desde cielo; y muchas veces los entregaste conforme a tus misericordias; (29) Y testificaste contra ellos, para que los volvieras a hacer a tu ley; sin embargo, obraron con soberbia, y no escucharon tus mandamientos, sino que pecaron contra tus juicios, que si alguno los cumple, vivirá en ellos; y retiraron el hombro, y endurecieron su cuello, y no escucharon.

(30) Aún los dejaste por muchos años, y testificaste contra ellos con tu espíritu en tus profetas; mas ellos no escucharon; por tanto, los entregaste en manos de los pueblos de la tierra. (31) Sin embargo, por tus muchas misericordias no los consumiste ni los desamparaste; porque eres un Dios clemente y misericordioso.

Esta es una hermosa recapitulación de la historia de Israel como iglesia. Abarca algunas de las características principales del trato bondadoso de Dios con su pueblo en sus compromisos del pacto. Y no puedo dejar de rogarle al lector que me comente cómo el Señor el Espíritu Santo evidentemente enseñó al hacer que se registre y se transmita en la historia de la iglesia, que el mejor argumento posible, al implorar la misericordia y la bendición de Dios en ocasiones futuras, es para decirle al Señor las misericordias y bendiciones que ha mostrado en lo que ha pasado.

¡Lector! haga uso de este argumento con la mirada puesta en Cristo; y mira lo incontestable que se vuelve. ¡Oh! Cuán precioso es decirle a Dios nuestro Padre, a quien aquí se llama Dios de perdones, en todos nuestros acercamientos, que esperamos y esperamos su misericordia, porque él ya tiene la primera y más grande de todas las misericordias en el regalo de su amada. Hijo, excedió todo lo que tiene ahora para otorgar, o necesitamos.

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