REFLEXIONES

¡Lector! Permítanos que usted y yo nos detengamos en la entrada de esta bendita Epístola, y mientras adoramos a Dios el Espíritu Santo por un don tan precioso para su Iglesia, roguemos a Él que nos dé un corazón comprensivo y creyente, en la debida aprehensión de todo su contenido sagrado. Y aquí, en la misma apertura, miremos hacia arriba y contemplemos al Señor Jesucristo en nuestra naturaleza, en todas las glorias de su persona, sus oficios y su carácter.

Él era, se declara que es el Hijo de Dios, con poder. Su naturaleza divina plenamente probada por su Espíritu vivificante, y su naturaleza humana por su muerte y resurrección, y ambas confirmando su idoneidad para ser la Cabeza de todas las cosas para la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. !

Y, ¡oh! ¡Qué preciosidad se descubre aquí del Evangelio de Cristo! ¡Cuán dichosamente adaptado para liberar nuestra pobre naturaleza de las ruinas del fracaso! ¡Cuán gentilmente ideada para la felicidad eterna de la Iglesia! ¡Lector! he aquí el santo gozo de Pablo, en su disposición a predicarlo a todos los que estaban en Roma, sí, a todo el mundo, entre los amados de Dios, y llamados a ser santos. ¡No me avergüenzo (dijo Pablo) del Evangelio de Cristo! ¿Avergonzado? ¿Quién es, quién puede avergonzarse de lo que es la gloria más alta de nuestra naturaleza? El Hijo de Dios en nuestra naturaleza proclama misericordia, perdón y paz, en la sangre de su cruz.

¡Pero lector! asegúrate de que no retrocedamos ante el mismo criterio y la misma causa; cuando podemos decir, y apelar como él lo hizo: ¡Dios es mi testigo, a quien sirvo con mi espíritu en el Evangelio de su Hijo! ¡Señor! concede que tu pueblo, en la terrible vista de lo que tu siervo ha mostrado aquí de un estado caído, pueda ser llevado a contemplar la bendita liberación lograda para la Iglesia por el Señor Jesucristo, Y, ¡oh! ¡Que la gracia entre en un gozo sincero de estas misericordias inefables, que mientras la justicia de Dios en ellas se revela de fe en fe, todos los creyentes verdaderamente justificados puedan vivir por la fe!

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad