REFLEXIONES

¡Precioso Señor Jesús! en la vista incesante de ti y de tu sacrificio vivo, a través de las misericordias del amor del Pacto, ¡oh! que pueda venir diariamente, cada hora, al trono de la gracia, y presentarme en tu santidad, para ser aceptado ante Dios, como el razonable servicio de tus redimidos. Y tú, Señor, concédeme la gracia de estar cada día, cada hora, apartándome de un mundo, del cual me estoy apartando momentáneamente, para que ya no me amolde a él, sino que me transforme, por la renovación de mi mente, en el incesante renovaciones del Espíritu Santo.

¡Sí! ¡Tú, querido Señor! por ti probaré mi pertenencia a Cristo, y a su Iglesia, en el ejercicio de todas esas dulces gracias que tu siervo Apóstol ha enumerado. Y tú, mi honorable Señor, ayúdame a seguir adelante con tus agradables e incesantes manifestaciones, a lo largo de todo mi caminar y conversación mientras estoy aquí abajo, para que pueda sentir diariamente mi necesidad de ti y obrar diariamente todas las gracias sobre ti, y por ti.

¡Seguramente, Señor! la gracia se mantiene viva por la gracia recibida de mi Señor. Y, si mi Señor da a mi pobre alma de su rica plenitud, gracia por gracia, entonces su gracia se manifestará en toda mi vida y conversación. Viviendo en Cristo, caminando con Cristo y recibiendo de Cristo, entonces todos los frutos y efectos de su gracia serán santidad, y Cristo será mi porción para siempre.

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