REFLEXIONES

Que los fieles Ministros de Cristo aquí aprendan de Pablo, cuán cercana y querida al corazón debe estar siempre la Iglesia de Cristo, cuando el Espíritu de Cristo mora en el corazón. No contento con vestir todo el cuerpo místico de Cristo, el Apóstol aquí menciona particularmente uno a uno, en nombre, como miembros del cuerpo de Cristo, su carne y sus huesos. ¡Oh! Cuán infinitamente más valioso es este relato del pueblo de Cristo en el libro de Dios, que estar inscrito entre todos los grandes de la tierra.

¡Lector! no pase por alto lo que Pablo ha dicho, en el testimonio honorable de aquellos que, por la gracia del despertar y la regeneración, estaban en Cristo antes que él. ¡Qué dulce es la gracia temprana! ¡Qué bendición conocer al Señor desde nuestra juventud! ¡Niños pequeños! Si por ventura el Señor lo hiciera, ponga este Comentario del Pobre en el camino de aquellos que, como Josías o Timoteo, han conocido al Señor Dios de sus padres desde su juventud; ¡No dejéis de marcar y bendecir a Dios por la gracia distintiva! Y ustedes, no menos de los años superiores, que incluso como Pablo, pueden observar a los que estaban en el conocimiento de Cristo antes que ustedes; sí, ¡aunque sea a la undécima hora! ¡Oh! bendice a Dios por su misericordia distintiva.

¡El que entró a la hora undécima, fue igualado con el que había soportado la carga y el calor del día! Y por qué es así, sino porque todo es de gracia gratuita. El que es llamado temprano, no es llamado por sus merecimientos. Y el que es llamado tarde, es llamado entonces por la gracia de Dios, y no por su mérito. Todo es para alabanza de la gloria de su gracia que nos hizo aceptos en el amado.

Y ahora, por el momento, nos despedimos del Apóstol. ¡Adiós Paul! Tenemos motivos para agradecerte por tu ministerio. Pero bendecimos infinitamente más al Señor de Pablo, quien lo designó. ¡Oh! por la gracia, poder valorar y amar al siervo; sino pasar al lado del sirviente y amar y adorar al Maestro. ¡Precioso Jesús! en verdad es tu ministro. ¡Oh! bendiga esos dulces escritos para las almas de tu pueblo. Y que ministren, en tu mano omnipotente, a todas las iglesias, para traer gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu, ahora y para siempre.

Amén.

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