GIMEL.

He aquí de nuevo muchas inspiraciones muy graciosas y fervientes en pos del favor divino, que no necesitan explicación alguna a modo de comentario. Algunos de ellos se corresponden muy altamente con lo que podría suponerse que es el lenguaje de Jesús como la gran cabeza y fianza de su pueblo. Y cuando consideramos la gracia y la condescendencia del Hijo de Dios, en su asunción de nuestra naturaleza, y que le correspondía en todo ser semejante a sus hermanos, no podemos dejar de sentir una satisfacción particular y un gozo santo, siempre que lo vemos ir delante de nosotros en todos los caminos del deber.

¡Lector! ¿Cómo encontraremos tú y yo el mismo aliento que cuando miramos al siempre bendito Jesús, quien, aunque Señor de todos, se hizo siervo de todos, para que nosotros a través de su pobreza seamos ricos? 2 Corintios 8:9 .

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