REFLEXIONES

Haz una pausa, alma mía, ante la solemne consideración que sugiere este Salmo, de la vida miserable y de la muerte más miserable de los que se oponen a Cristo y su evangelio. En el Judas traidor vemos una viva representación de todos. Son por la agencia del espíritu maligno, de quien se dice que obra en los hijos de la desobediencia, se alista en su servicio, viste su librea y se deleita en oponerse a los hijos del reino. ¿Y cuál es el final seguro de esos hombres? La paga del pecado es muerte. ¡Oh alma mía, no entres en su secreto! a su asamblea, honor mío, no te unas.

Pero permítanme apartarme de la triste contemplación de tales hombres para mirar a Jesús, y en los ejercicios de su alma con los impíos encontraré consuelo para llevar mi mente a través de todas las oposiciones insignificantes que encuentro en las tiendas de Cedar y en las cercanías de Mesech. ¡Sí! Tú, adorable Señor, en ti y en tu brillante ejemplo tengo un recurso eterno para sostenerme y sacarme adelante y superar todas las dificultades.

Que el mundo frunza el ceño y los impíos se opongan; aún un poco y todo se habrá ido; Cuidaré de su lugar y será cortado. Señor Jesús, sé mi hogar, mi morada, mi morada, mi gozo, mi porción, mi todo; y ninguna plaga tocará mi morada, ni el pie de impíos me derribará.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad