REFLEXIONES

¡Bendito Libertador de tu pueblo! tú eres nuestra salvación, y la salvación de Dios nuestro Padre hasta los confines de la tierra. Y lo que tu Padre ordenó, lo has logrado: tu amor y tu misericordia han sido la causa gloriosa y provechosa de toda la liberación de tu Iglesia y de todo su gozo. Que te plazca entonces, misericordioso Salvador, ser nuestra ayuda y confianza para siempre. Que la iglesia que has comprado con tu sangre te sea aún más querida.

Que las almas de tu pueblo, a quien justificaste con tu justicia, sigan siendo tus Joyas. Y mientras clamamos con santo gozo: Bendito sea el Señor, que se acordó de nosotros en nuestra humildad; Que siempre estemos descubriendo nuevas causas para cerrar el cántico santo: porque su misericordia es para siempre. Nuestra alma se escapó de la bestia de presa y de la red del cazador; y por tanto Jesús será nuestra gloria, y todavía diremos: Gracias a Dios, que siempre nos hace triunfar en Cristo.

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