Los argumentos aquí utilizados para alabar al Señor son muy claros e incontestables. Jehová debe ser alabado por su propia cuenta, por su grandeza, bondad y gloria. Debe ser alabado por nosotros, por esa bondad, grandeza y gloria que nos ha extendido. Y no es solo un servicio razonable, sino un servicio agradable, cuando lo alabamos.

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