El Salmo termina dulcemente como comenzó: Toda buena dádiva y todo don perfecto es de lo alto. Dios es el que obra en nosotros, tanto el querer como el hacer de su buena voluntad. Y, por lo tanto, podemos encontrar motivos para dar gracias a nuestro Dios en Cristo y unirnos al cántico, ¡porque su misericordia es eterna!

REFLEXIONES

¡LECTOR! Al repasar este Salmo, que es una hermosa repetición del anterior, espero que tanto su corazón como el mío hayan sido llevados a ver que por todas partes surgen perpetuamente causas, para invocar la voz de acción de gracias y dirigir el alma a Dios en Cristo con himnos e himnos cada hora. ¡Di, lector! ¿Puedes adoptar el coro como propio? ¿Es eterna la misericordia del Señor? ¿Jesús se acordó de usted en su condición de humilde? ¿Se ha manifestado Jesús en forma de gracia? ¿Y lo conoces como tu Alfa y Omega, tu esperanza y tu porción para siempre? Verdaderamente es una bendición ver así nuestras misericordias, que el alma se mantenga viva en el recuerdo de ellas, a fin de invocar amor y adoración al gran Autor de nuestras misericordias para siempre.

Que un Dios misericordioso en Cristo, que ha dado tantas y tan incesantes causas para alabarlo, nos dé también la gracia de su Espíritu Santo para reconocer su bondad al otorgar tan inmerecidas muestras de amor, que todos los corazones puedan unirse al canto universal, y di con la iglesia: Quien se acordó de nosotros en nuestra humildad, porque su misericordia es para siempre. Amén.

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