Si el lector desea ver la parte que David, rey de Israel, tuvo personalmente en este Salmo, encontrará la explicación en la historia de David. Es más que probable que la cueva de la que se habla aquí fuera la de Adullam, para lo cual ver 1 Samuel 22:1 ; o si fue en el desierto de Engedi, ver 1 Samuel 24:1 completo.

Pero, cuando el lector haya hecho todas las mejoras que pueda desear, en referencia a los ejercicios personales de David, le pido que considere las palabras, en estos versículos, como aplicables a Jesús, y vea si de ellas no surgen instrucciones superiores. Fue de la prisión y del juicio, que el Profeta describió a Jesús como tomado, cuando fue cortado de la tierra de los vivientes. Y quien contemple al Cordero de Dios perseguido por judíos y gentiles desde el tribunal de Pilato hasta el Calvario, encontrará una situación como esta, pero descrita con demasiada precisión en Cristo.

¡Cómo derramó Jesús su alma en oración en el huerto y en la cruz! ¡Cómo se sintió abrumado su espíritu cuando el Padre miró, lo supo todo y lo designó todo! ¿Quién, en la contemplación de las agonías de Jesús, conectando con la vista nuestro interés en ellas, puede detenerse para mirar a David, cuando así se expone a uno más grande que David?

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