Es una manera bendita de alabar a Dios e invitar a otros a la misma práctica con nuestro ejemplo; y cuando no solo invitamos con la acción, sino con las palabras ganadoras. Y la mejor evidencia que se produce al impulsar a otros a la alabanza del Señor es, cuando un alma puede decir, lo he encontrado bondadoso. ¡Pero lector! ¿No aparece Cristo aquí con fuerza? ¿No buscó Jesús al Señor cuando, en los días de su carne, lloró y fue escuchado en lo que temía? Aquí entonces encontramos a Cristo.

¿Y qué inferencia hace el Apóstol de esta visión de Cristo? Por qué (dice él) llegó a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen. Y siendo llamado por Dios Sumo Sacerdote, en cuanto él mismo padeció siendo tentado, puede socorrer a los que son tentados. Heb_5: 7-8; Heb_2: 17-18.

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