Necesitamos dejar caer la historia de David en estos versículos, para atender a una infinitamente mayor; porque ciertamente lo que aquí se dice por el Espíritu de Cristo, que estaba en los santos varones de la antigüedad, se dice en profecía acerca del Señor Jesús. De Judas, realmente se podría suponer que Jesús hablaba así. Cristo lo había elegido a él, como a los demás, por discípulo, aunque desde la eternidad lo conocía por hijo de perdición.

Admitido como estaba en la misma familiaridad que el resto de los discípulos, ¿qué podría marcar más notablemente su carácter? ¡Y su muerte qué repentina, qué espantosa! Joh_17: 12; Joh_6: 70-71; Lucas 22:3 ; Hechos 1:16 .

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