REFLEXIONES

Alma mía, pasa por alto y olvídate de todas las consideraciones menores, mientras lees este Salmo, para contemplar a Jesús, tu Salvador todopoderoso, bellamente presentado bajo estos Mictams de David. Es cierto que puedes obtener mucha instrucción al contemplar los ejercicios de David bajo juicio impío, y ejercicios similares de la iglesia en todas las épocas en ocasiones similares, como se representa aquí. Pero, ¿cuán planos y poco interesantes parecen todos estos, en comparación con los puntos de vista ofrecidos por Jesús, en su mansedumbre sin igual bajo un juicio injusto? ¿Quién, que lee las burlas y los azotes por los que pasó el Cordero de Dios, y al fin oye la injusta sentencia de Pilato, puede desviar voluntariamente su atención para mirar los sufrimientos de los demás? Ciertamente todas y cada parte de las opresiones que han tenido lugar entre los hombres se reducen a nada, cuando el tribunal de Pilato, y el monte del Calvario, ¿se levantan en contemplación ante nosotros? Todo corazón se siente obligado a escuchar el lamento del profeta y a decir: He aquí y ve, ¿hubo alguna vez dolor como el tuyo con que te afligió el Señor en el día del ardor de su ira?

¡Precioso Cordero de Dios! ayúdame a estar continuamente no solo contemplando tus sufrimientos, sino conectando con ellos sus benditos efectos. Sí, santo Señor, quisiera contemplarte en tu cruz y en tu trono: y en la vista y la contemplación unidas, desearía tener la gracia de recordar lo que los ángeles dijeron a los discípulos asombrados, que este mismo Jesús, que subió al cielo, vendrá de nuevo a juicio, vendrá para ser glorificado en sus santos y para ser admirado por todos los que creen.

¡Oh! para que la gracia esté siempre alerta, para que cuando tú vengas, mi alma se levante con gozo inefable para aclamar tu venida, y en tu justicia ser hallado esperando tu llegada, para que el Señor mi justo Juez me dé en ese día la corona de gloria, así como todos los que aman tu venida.

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