He aquí varias similitudes muy llamativas que se han aprovechado para exponer la espantosa depravación del corazón humano: la perversidad incluso desde el útero; el veneno de la serpiente que es mortal, y su incurabilidad por cualquier medio humano, bajo la figura de una víbora sorda. La música del evangelio se pierde en tales personajes. No hay amuletos en gracia para ellos; ¡no hay belleza en Jesús!

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