Cuando leemos esta petición como las palabras de Cristo en la carne, cuánta fuerza sacamos del pensamiento de que, si en la larga espera de nuestras almas por la manifestación del Señor, encontramos a Jesús ejercitado en la misma ante nosotros, y por lo tanto de esta manera también se hacen conforme a nuestra gloriosa Cabeza; así que por esos ejercicios del Hijo de Dios, no podemos dejar de saber que se interesa por todo lo que encontramos.

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