Es bendecido bajo las aflicciones poder recordarle a Dios su pacto de amor y sus compromisos. Suplicar a Dios en este terreno es una plegaria bendita. ¡Lector! ¿Puedes explicar esa paradoja? el creyente más humilde es el suplicante más valiente. ¡Sí! porque el que ha visto la mayor parte de Cristo, y su sangre del pacto y justicia, ha visto la mayor parte de su propia indignidad vacía de Cristo. Y por tanto, el más humilde en sí mismo, es más fuerte en Cristo.

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