El Salmo concluye maravillosamente repitiendo por tercera vez el más fuerte de todos los argumentos para alabar a Jehová; la santidad de su naturaleza: ¿y qué ha exaltado tanto a nuestra vista esa gloria, amor y alabanza como la santidad de Cristo Jesús? Hebreos 7:26

Salmo 99:1

REFLEXIONES

DESPUÉS de recordar tanto al Lector como a mí todas las causas benditas que contiene este delicioso Salmo, para unirnos con el escritor sagrado en atribuir "gloria al que zarandeó, sobre el trono, y al Cordero que fue inmolado, por los siglos de los siglos", Desearía recomendar su atención, y la mía, a lo que se dice acerca de los siervos del Señor, Moisés, Aarón y Samuel. Se nos dice que invocaron al Señor y fueron respondidos. Pero aunque Dios los perdonó, se vengó de sus inventos. La solemne consideración de este relato, sugiere varias reflexiones muy interesantes y de peso.

Primero, aprendemos de él, que los siervos más selectos de Dios tienen sus inventos; y los mejores de los hombres, después de todo, no son más que pecadores. Aarón ofendido, y si no hubiera sido por la intercesión de Moisés, habría caído. Aquí Cristo, sin duda, en su gloriosa y omnipresente intercesión, estuvo eminentemente representado. El mismo Moisés descuidó santificar al Señor a los ojos del pueblo, cuando se unió presuntuosamente al Señor, gritó: ¿Tenemos que sacarte agua de la roca? y la parcialidad de Eli por sus hijos lo hizo demasiado fácil para sus vicios. ¡Pobre de mí! ¿Quién de los hijos caídos de Adán escapó de la mancha común del pecado?

En segundo lugar, aprendemos que estos pecados del pueblo de Dios desagradan al Señor y que se venga de ellos. Aunque sus personas y sus ofrendas sean aceptadas en Cristo, su corrupción traerá consigo el castigo. Y cuando un hijo de Dios siente la vara de Dios, como un padre bondadoso que corrige, y clama debajo de ella: Justo eres tú en todo lo que nos ha sobrevenido, porque has hecho bien, pero nosotros hemos hecho mal; esto es lo que se llama en las Escrituras, aceptar el castigo de nuestra iniquidad y esto manifiesta la santidad de Dios, y previene el abuso de su pacto-misericordia en Cristo.

Por último, Dios, oyendo las oraciones de sus siervos y respondiéndolas, a pesar de sus inventos, de los cuales se venga, nos enseña toda la causa por la cual los santos son aceptados y los pecadores salvos; es decir, por el solo motivo del pacto de amor y fidelidad de Dios nuestro Padre, en y por la sangre y la justicia de su amado Hijo, el Señor Jesucristo. Oh, lector, qué consideración tan bendita es que Dios todavía es dueño de su relación de pacto; y la sangre y la justicia de Jesús todavía piden misericordia.

Las correcciones de nuestro Dios y Padre, no son para satisfacer su justicia, porque eso Cristo ha hecho; sino para mostrar su santidad y amor. Y, en medio de toda nuestra indignidad, el mérito de Jesús sigue siendo el mismo. ¡Bendito, bendito por siempre Dios, por Jesucristo! Señor, danos gracia para servir con temor y regocijarnos con temblor. Exaltemos siempre al Señor nuestro Dios, y le adoremos en su monte santo, porque el Señor nuestro Dios es santo.

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