REFLEXIONES

¡Lector! nos hemos presentado en este Capítulo bajo una doble visión, la atrocidad del pecado y la influencia universal del mismo; por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios. Haga una pausa sobre el tema alarmante. ¡Piense en qué circunstancias de culpa y alejamiento de Dios, toda nuestra naturaleza estuvo involucrada por la caída! Y cuando hayas meditado debidamente en la solemne consideración, entonces busca la gracia de Dios el Espíritu Santo, para contemplar a la persona gloriosa y la obra maravillosa que realizó en el cumplimiento de ella, por quien viene la salvación.

¡Precioso Señor Jesús! cuando veías el estado de nuestra pobre naturaleza, oprimida y atada con el talento del plomo, incapaz de moverse, ni siquiera de pedir ayuda, toda nuestra naturaleza como Efa, llena de culpa; entonces la compasión de tu corazón te impulsó a huir a nuestro rescate, y por un medio tan maravilloso como el sacrificio de ti mismo, has quitado nuestros pecados y los has llevado a una tierra deshabitada. ¡Granizo! Tú glorioso Benefactor de la humanidad. Que toda rodilla se doble ante ti, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Amén.

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