Explicación, estudio y comentario bíblico de Daniel 10:15-21 verso por verso
Mientras hablaba conmigo tales palabras, puse mi rostro en tierra y enmudecí.
Pero he aquí que alguien semejante a un hijo del hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé; dije a aquel que estaba delante de mí: — Señor mío, junto con la visión me han sobrevenido dolores y no me han quedado fuerzas.
¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque desde ahora me faltan las fuerzas y no me ha quedado aliento.
Entonces aquel que era semejante a un hombre me tocó otra vez y me fortaleció.
Y me dijo: — Hombre muy amado, no temas; la paz sea contigo. Esfuérzate y sé valiente. Mientras hablaba conmigo, recobré el vigor y dije: — Hable mi señor, porque me has fortalecido.
Y dijo: — ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para combatir con el príncipe de Persia. Y cuando yo haya concluido, he aquí que viene el príncipe de Grecia.
Pero te voy a declarar lo que está registrado en el libro de la verdad. Ninguno hay que me apoye contra estos, sino solo Miguel, el príncipe de ustedes.