Explicación, estudio y comentario bíblico de Daniel 10:8-11 verso por verso
Yo, pues, quedé solo y vi esta gran visión. No quedaron fuerzas en mí; más bien, mi vigor se convirtió en debilidad y no retuve mi fuerza.
Luego oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí adormecido sobre mi rostro, con mi rostro en tierra.
Entonces he aquí, una mano me tocó e hizo que temblando me pusiera sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.
Y me dijo: — Daniel, hombre muy amado, presta atención a las palabras que te hablaré. Ponte de pie, porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba conmigo, me puse de pie temblando.