Explicación, estudio y comentario bíblico de Daniel 2:24-31 verso por verso
Después de esto, Daniel entró a la presencia de Arioc, a quien el rey había comisionado para hacer perecer a los sabios de Babilonia. Fue y le dijo así: — No hagas perecer a los sabios de Babilonia. Llévame a la presencia del rey y yo declararé al rey la interpretación.
Entonces Arioc llevó apresuradamente a Daniel a la presencia del rey y le dijo así: — He hallado un hombre de los cautivos de Judá, quien dará a conocer al rey la interpretación.
El rey habló y preguntó a Daniel, cuyo nombre era Beltesasar: — ¿Podrás tú darme a conocer el sueño que tuve y su interpretación?
Daniel respondió en presencia del rey diciendo: — El misterio sobre el cual el rey pregunta, ni los sabios ni los encantadores ni los magos ni los adivinos lo pueden declarar al rey.
Pero hay un Dios en los cielos, quien revela los misterios. Él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. Tu sueño y las visiones de tu cabeza en tu cama son estos:
Estando tú, oh rey, en tu cama, tus pensamientos se agitaban por saber lo que había de suceder en el porvenir; y el que revela los misterios te ha hecho saber lo que ha de suceder.
En cuanto a mí, me ha sido revelado este misterio, no porque la sabiduría que hay en mí sea mayor que la de todos los vivientes, sino para que yo dé a conocer al rey la interpretación y para que entiendas los pensamientos de tu corazón.
»Tú, oh rey, mirabas y he aquí una gran estatua. Esta estatua, que era muy grande y cuyo brillo era extraordinario, estaba de pie delante de ti; y su aspecto era temible.