Explicación, estudio y comentario bíblico de Daniel 4:29-37 verso por verso
Al final de doce meses, mientras se paseaba sobre la terraza del palacio real de Babilonia,
dijo el rey: “¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué como residencia real, con la fuerza de mi poder y para la gloria de mi majestad?”.
Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando descendió una voz del cielo: “A ti se te dice, oh rey Nabucodonosor, que el reino ha sido quitado de ti.
Te echarán de entre los hombres, y junto con los animales del campo será tu morada. Te darán de comer hierba como a los bueyes. Siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo es Señor del reino de los hombres y que lo da a quien quiere”.
En la misma hora se cumplió la palabra acerca de Nabucodonosor y fue echado de entre los hombres. Comía hierba como los bueyes, y su cuerpo era mojado con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águilas y sus uñas como las de las aves.
“Pero al cabo de los días, yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo; y me fue devuelta la razón. Entonces bendije al Altísimo; alabé y glorifiqué al que vive para siempre. Porque su señorío es eterno, y su reino de generación en generación.
Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada. Él hace según su voluntad con el ejército del cielo y con los habitantes de la tierra. No hay quien detenga su mano ni quien le diga: ‘¿Qué haces?’.
“En el mismo tiempo me fue devuelta la razón, y mi dignidad y mi esplendor volvieron a mí para gloria de mi reino. Mis altos oficiales y mis nobles me buscaron. Yo fui restituido a mi reino y me fue añadida aun mayor grandeza.
Ahora, yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey de los cielos, porque todas sus obras son verdad y sus caminos son justicia. Él puede humillar a los que andan con soberbia”.