Explicación, estudio y comentario bíblico de Daniel 5:10-23 verso por verso
Debido a las palabras del rey y de sus nobles, entró la reina a la sala del banquete. Y la reina habló y dijo: — ¡Oh rey, para siempre vivas! No te turben tus pensamientos ni te pongas pálido.
En tu reino hay un hombre en quien mora el espíritu de los dioses santos. En los días de tu padre, se halló en él luz, entendimiento y sabiduría, como la sabiduría de los mismos dioses. A él, tu padre, el rey Nabucodonosor, constituyó como jefe de los magos, los encantadores, los caldeos y los adivinos;
por cuanto fueron hallados en él, es decir, en este Daniel, excelencia de espíritu, conocimiento, entendimiento, interpretación de sueños, revelación de enigmas y solución de problemas. El rey le puso por nombre Beltesasar. ¡Que Daniel sea llamado y él declarará la interpretación!
Entonces Daniel fue llevado a la presencia del rey, y el rey dijo a Daniel: — ¿Eres tú aquel Daniel, uno de los cautivos de Judá, que el rey mi padre trajo de Judá?
He oído de ti, que el espíritu de los dioses santos está en ti, y que en ti se ha hallado luz, entendimiento y mayor sabiduría.
Ahora han sido traídos a mi presencia los sabios y los encantadores, para que leyeran esta escritura y me dieran a conocer su interpretación; pero no han podido declarar la interpretación del asunto.
Yo, pues, he oído de ti que puedes interpretar sueños y resolver problemas. Si ahora puedes leer esta escritura y me das a conocer su interpretación, serás vestido de púrpura, tendrás un collar de oro en tu cuello y gobernarás como tercero en el reino.
Entonces Daniel respondió delante del rey y dijo: — Tus regalos sean para ti y tus presentes dalos a otro. Sin embargo, yo leeré la escritura al rey y daré a conocer su interpretación.
El Dios Altísimo, oh rey, dio a tu padre Nabucodonosor la realeza, la grandeza, la majestad y el esplendor.
Y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban y temían delante de él. Mataba al que quería y concedía la vida al que quería. Engrandecía al que quería y al que quería humillaba.
Pero cuando su corazón se enalteció y su espíritu se endureció con arrogancia, fue depuesto de su trono real y su majestad le fue quitada.
Fue echado de entre los hijos del hombre. Su corazón fue hecho semejante al de los animales y con los asnos monteses estaba su morada. Le daban de comer hierba, como a los bueyes, y su cuerpo era mojado con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Dios Altísimo es Señor del reino de los hombres y que levanta sobre él a quien quiere.
»Pero tú, su hijo Belsasar, a pesar de que sabías todo esto, no has humillado tu corazón.
Más bien, te has levantado contra el Señor de los cielos y has hecho traer a tu presencia los utensilios de su templo. En ellos han bebido vino tú, tus nobles, tus mujeres y tus concubinas. Además de esto, has alabado a los dioses de plata, de oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que no ven ni oyen ni entienden. Pero no has honrado al Dios en cuya mano está tu vida y a quien pertenecen todos tus caminos.