Explicación, estudio y comentario bíblico de Daniel 6:10-18 verso por verso
Cuando Daniel supo que el documento estaba firmado entró en su casa y, con las ventanas de su cámara abiertas hacia Jerusalén, se hincaba de rodillas tres veces al día. Y oraba y daba gracias a su Dios, como lo solía hacer antes.
Entonces aquellos hombres se reunieron y hallaron a Daniel rogando e implorando delante de su Dios.
Luego se acercaron y hablaron delante del rey acerca del edicto real: — ¿No has firmado el edicto de que cualquiera que pida a cualquier dios u hombre, fuera de ti, durante treinta días, oh rey, sea echado al foso de los leones? El rey respondió y dijo: — Es verdad el asunto, conforme a la ley de medos y persas, la cual no puede ser abrogada.
Entonces respondieron y dijeron delante del rey: — Ese Daniel, uno de los cautivos de Judá, no ha hecho caso de ti, oh rey, ni del edicto que has firmado. Más bien, tres veces al día hace su oración.
Al oír el rey de este asunto, sintió un gran disgusto por ello y se propuso salvar a Daniel. Hasta la puesta del sol se esforzó por librarlo.
Pero aquellos hombres se reunieron cerca del rey y le dijeron: — Ten presente, oh rey, que es ley de medos y persas, que ningún edicto o decreto que el rey pone en vigencia puede ser cambiado.
Entonces el rey dio la orden, y trajeron a Daniel y lo echaron al foso de los leones. El rey habló y dijo a Daniel: — ¡Tu Dios, a quien tú continuamente rindes culto, él te libre!
Una piedra fue traída y puesta sobre la entrada del foso, la cual el rey selló con su anillo y con el anillo de sus nobles, para que el acuerdo acerca de Daniel no fuera cambiado.
Después el rey fue a su palacio y pasó la noche sin comer. No fueron llevadas diversiones a su presencia y se le fue el sueño.