Explicación, estudio y comentario bíblico de Daniel 7:9-18 verso por verso
“Estaba mirando hasta que fueron puestos unos tronos y se sentó un Anciano de Días. Su vestidura era blanca como la nieve y el cabello de su cabeza era como la lana limpia. Su trono era como llama de fuego; y sus ruedas, fuego ardiente.
Un río de fuego procedía y salía de delante de él. Miles de miles le servían y millones de millones estaban de pie delante de él. “El tribunal se sentó y los libros fueron abiertos.
Entonces yo miraba, a causa del sonido de las palabras arrogantes que hablaba el cuerno. Miré hasta que la bestia fue muerta, y su cuerpo fue destrozado y entregado a las llamas del fuego.
También a las otras bestias les quitaron su dominio, pero les fue dada prolongación de vida hasta un tiempo definido.
“Estaba yo mirando en las visiones de la noche, y he aquí que en las nubes del cielo venía alguien como un Hijo del Hombre. Llegó hasta el Anciano de Días y lo presentaron delante de él.
Entonces le fue dado el dominio, la majestad y la realeza. Todos los pueblos, naciones y lenguas le servían. Su dominio es dominio eterno que no se acabará; y su reino, uno que no será destruido.
“En cuanto a mí, Daniel, mi espíritu se turbó a causa de esto y las visiones de mi cabeza me alarmaron.
Me acerqué a uno de los que estaban de pie y le pregunté la verdad acerca de todo esto. Él me habló y me dio a conocer la interpretación de las cosas:
‘Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra.
Pero los santos del Altísimo tomarán el reino y lo poseerán por los siglos y por los siglos de los siglos’.