Explicación, estudio y comentario bíblico de Daniel 8:1-15 verso por verso
aEn el tercer año del reinado del rey Belsasar, yo, Daniel, tuve una visión después de aquella que había tenido anteriormente.
Cuando tuve esta visión, yo estaba en Susa, que es la capital del reino, en la provincia de Elam. Tuve esta visión, estando junto al río Ulay.
Alcé mis ojos y miré, y he aquí que había delante del río un carnero, el cual tenía dos cuernos; pero aunque eran altos y uno de ellos más alto que el otro, el más alto se erigió después.
Vi que el carnero golpeaba con sus cuernos al oeste, al norte y al sur, y que ninguna bestia podía prevalecer delante de él ni había quien escapara de su poder. Él hacía conforme a su voluntad y se engrandecía.
Mientras yo estaba considerando esto, he aquí que un macho cabrío venía de la parte del oeste sobre la superficie de toda la tierra, pero sin tocar la tierra. Aquel macho cabrío tenía un cuerno muy visible entre sus ojos.
Fue hasta el carnero que tenía los dos cuernos, al cual yo había visto, que estaba de pie delante del río, y corrió contra él con la ira de su fuerza.
Vi que llegó al carnero y se enfureció contra él; lo golpeó y quebró sus dos cuernos, pues el carnero no tenía fuerzas para quedar en pie delante de él. Por tanto, lo derribó a tierra y lo pisoteó. No hubo quien librara al carnero de su poder.
Entonces el macho cabrío se engrandeció sobremanera; y estando en su mayor poderío, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar crecieron otros cuatro cuernos muy visibles, hacia los cuatro vientos del cielo.
Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño que creció mucho hacia el sur, hacia el este y hacia la tierra gloriosa.
Se engrandeció hasta el ejército del cielo; y echó por tierra parte del ejército y de las estrellas, y las pisoteó.
Se engrandeció contra el Jefe del ejército. Por él fue quitado el sacrificio continuo y el lugar de su santuario fue derribado.
Por medio de la rebelión le fue entregado el ejército junto con el sacrificio continuo, y él echó por tierra la verdad; hizo cuanto quiso y fue prosperado.
Entonces oí a un santo que hablaba, y otro de los santos preguntó al que hablaba: — ¿Hasta cuándo será solo visión el sacrificio continuo y durará la rebelión desoladora, y serán pisoteados el santuario y el ejército?
Y él le respondió: — Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas. Luego el santuario será restaurado.
Sucedió que estando yo, Daniel, meditando en la visión y procurando entenderla, he aquí que alguien semejante a un hombre se puso de pie delante de mí.