Explicación, estudio y comentario bíblico de Deuteronomio 26:3-11 verso por verso
Vendrás al sacerdote que haya en aquellos días, y le dirás: ‘Reconozco hoy ante el SEÑOR tu Dios que yo he entrado en la tierra que el SEÑOR juró a nuestros padres que nos daría’.
“El sacerdote tomará la canasta de tu mano y la pondrá delante del altar del SEÑOR tu Dios.
Entonces hablarás y dirás delante del SEÑOR tu Dios: ‘Un arameo errante fue mi padre. Él descendió a Egipto y vivió allí con unos pocos hombres, y allí llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa.
Los egipcios nos maltrataron, nos afligieron e impusieron sobre nosotros dura esclavitud.
Pero clamamos al SEÑOR, Dios de nuestros padres, y el SEÑOR escuchó nuestra voz. Vio nuestra aflicción, nuestro trabajo forzado y nuestra opresión,
y el SEÑOR nos sacó de Egipto con mano poderosa y brazo extendido, con gran terror, con señales y prodigios.
Nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra: una tierra que fluye leche y miel.
Y ahora, oh SEÑOR, he aquí traigo las primicias del fruto de la tierra que tú me has dado’. “Lo dejarás delante del SEÑOR tu Dios, y te postrarás delante del SEÑOR tu Dios.
Entonces te regocijarás, tú con el levita y el forastero que esté en medio de ti, por todo el bien que el SEÑOR tu Dios te haya dado a ti y a tu casa.