Explicación, estudio y comentario bíblico de Deuteronomio 29:18-29 verso por verso
No sea que haya entre ustedes hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy del SEÑOR nuestro Dios para ir a rendir culto a los dioses de aquellas naciones. No sea que haya entre ustedes una raíz que produzca una hierba venenosa y ajenjo,
y que al oír las palabras de este compromiso solemne, se bendiga a sí mismo en su corazón, diciendo: ‘Yo tendré paz, aunque ande en la dureza de mi corazón’, de modo que arrase la tierra regada junto con la sedienta.
“El SEÑOR no estará dispuesto a perdonarlo sino que subirán entonces cual humo el furor y el celo del SEÑOR contra ese hombre, y sobre él se asentarán todas las imprecaciones escritas en este libro. El SEÑOR borrará su nombre de debajo del cielo.
Él lo apartará para mal de entre todas las tribus de Israel, conforme a todas las imprecaciones del pacto escritas en este libro de la ley.
“La generación futura, sus hijos que se levantarán después de ustedes y el extranjero que vendrá de tierras lejanas, cuando vean las plagas de aquella tierra y las enfermedades que el SEÑOR habrá hecho brotar en ella, dirán:
‘Toda su tierra está quemada con azufre y sal. No puede ser sembrada ni producirá; y en ella no crecerá ninguna planta, como cuando fueron trastornadas Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboím, las cuales el SEÑOR destruyó en su ira y su furor’.
Y todas las naciones preguntarán: ‘¿Por qué ha hecho así el SEÑOR a esta tierra? ¿Por qué razón se ha encendido este gran furor?’.
Entonces les responderán: ‘Porque abandonaron el pacto del SEÑOR, Dios de sus padres, que él hizo con ellos cuando los sacó de la tierra de Egipto.
Ellos fueron a rendir culto a otros dioses; se postraron ante ellos, dioses que no habían conocido y que él no les había asignado.
Por eso se encendió el furor del SEÑOR contra esta tierra, para traer sobre ella toda maldición escrita en este libro.
El SEÑOR los desarraigó de su suelo con furor, con ira y con gran indignación, y los echó a otra tierra, como hoy’.
“Las cosas secretas pertenecen al SEÑOR nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos, para siempre, a fin de que cumplamos todas las palabras de esta ley.