Explicación, estudio y comentario bíblico de Deuteronomio 31:9-30 verso por verso
Entonces Moisés escribió esta ley y la dio a los sacerdotes, hijos de Leví, que llevaban el arca del pacto del SEÑOR, y a todos los ancianos de Israel.
Moisés les mandó diciendo: “Al final del séptimo año, en el tiempo señalado del año de la remisión, en la fiesta de los Tabernáculos,
cuando todo Israel venga para presentarse delante del SEÑOR tu Dios en el lugar que él haya escogido, leerás esta ley a oídos de todo Israel.
Harás congregar al pueblo — los hombres, las mujeres, los niños y los forasteros que estén en tus ciudades — , para que oigan, aprendan a temer al SEÑOR su Dios y cuiden de poner por obra todas las palabras de esta ley.
Sus hijos que no la conocen la oirán y aprenderán a temer al SEÑOR su Dios, todos los días que vivan en la tierra que para tomarla en posesión cruzan el Jordán”.
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: “He aquí, se ha acercado el día de tu muerte. Llama a Josué, y preséntense en el tabernáculo de reunión para que yo lo comisione”. Moisés y Josué fueron y esperaron en el tabernáculo de reunión.
Entonces el SEÑOR se apareció en el tabernáculo, en una columna de nube. Se posó la columna de nube sobre la entrada del tabernáculo.
Y el SEÑOR dijo a Moisés: “He aquí que tú vas a reposar con tus padres, pero este pueblo se levantará y se prostituirá tras los dioses extraños de la tierra hacia la cual va. En medio de ella me abandonará e invalidará mi pacto que he hecho con él.
Aquel día se encenderá contra él mi furor. Yo los abandonaré; esconderé de ellos mi rostro, y serán consumidos. Muchos males y angustias les vendrán. En aquel día dirá: “¿Acaso no me han sobrevenido estos males porque mi Dios no está en medio de mí?’.
Pero aquel día ciertamente esconderé mi rostro, a causa de todo el mal que ellos habrán hecho, por haberse vuelto a otros dioses.
“Ahora pues, escriban para ustedes este cántico y enséñenlo a los hijos de Israel. Ponlo en su boca, para que este cántico me sirva de testigo contra los hijos de Israel.
Cuando yo los haya introducido en la tierra que juré dar a sus padres, una tierra que fluye leche y miel, y cuando hayan comido y se hayan saciado y engordado, entonces se volverán a otros dioses y les rendirán culto. Así me desdeñarán e invalidarán mi pacto.
Y sucederá que cuando le sobrevengan muchos males y angustias, este cántico dará testimonio contra él. Ciertamente no caerá en el olvido en la boca de sus descendientes, porque yo conozco sus predisposiciones y lo que hace hoy, aún antes de que yo lo introduzca en la tierra que juré dar a sus padres”.
Aquel mismo día escribió Moisés este cántico y lo enseñó a los hijos de Israel.
Entonces Dios comisionó a Josué hijo de Nun, diciendo: “¡Esfuérzate y sé valiente! Porque tú introducirás a los hijos de Israel en la tierra que les juré; y yo estaré contigo”.
Cuando Moisés acabó de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta que fueron concluidas,
mandó a los levitas que llevaban el arca del pacto del SEÑOR, diciendo:
“Tomen este libro de la ley y póngalo junto al arca del pacto del SEÑOR su Dios. Que esté allí como testigo contra ti,
porque yo conozco tu rebelión y tu dura cerviz. He aquí que aun estando vivo yo hoy con ustedes, son rebeldes al SEÑOR; ¡y cuánto más después que yo haya muerto!
Congreguen ante mí a los ancianos de sus tribus y a sus oficiales. Yo hablaré a sus oídos estas palabras y llamaré como testigos contra ellos a los cielos y a la tierra.
Porque yo sé que después de mi muerte ciertamente ustedes los corromperán y los apartarán del camino que les he mandado. También en los días futuros les ha de sobrevenir el desastre, porque habrán hecho lo malo ante los ojos del SEÑOR, enojándolo con la obra de las manos de ustedes”.
Entonces Moisés pronunció a oídos de toda la congregación de Israel las palabras de este cántico, hasta terminarlas: