Explicación, estudio y comentario bíblico de Deuteronomio 32:19-42 verso por verso
“El SEÑOR lo vio, e indignado desdeñó a sus hijos y a sus hijas.
Entonces dijo: ‘Esconderé de ellos mi rostro y veré cuál será su final; porque son una generación perversa, hijos en quienes no hay fidelidad.
Ellos me provocaron a celos con lo que no es Dios; me indignaron con sus vanidades. También yo los provocaré a celos con uno que no es pueblo; con una nación insensata les causaré indignación.
Porque fuego se ha encendido en mi furor y arderá hasta el fondo del Seol. Devorará la tierra y sus frutos, e inflamará los fundamentos de las montañas.
Yo añadiré males sobre ellos; con mis flechas los acabaré.
Serán abatidos por el hambre, y consumidos por la fiebre ardiente y por la amarga plaga. Contra ellos enviaré dientes de fieras junto con el veneno de serpientes que se arrastran en el polvo.
Afuera desolará la espada y adentro el espanto, tanto a los jóvenes como a las vírgenes, al que mama y al hombre con canas.
Yo dije: Yo los dispersaría; haría cesar su memoria de entre los hombres,
si no temiera la saña del enemigo, y que sus adversarios entiendan mal. No sea que ellos digan: Nuestra mano enaltecida hizo todo esto, y no el SEÑOR’.
“Son un pueblo al cual le falta juicio; no hay en ellos entendimiento.
Si fueran sabios, entenderían esto; comprenderían cuál sería su final.
¿Cómo podrá perseguir uno a mil? ¿Cómo harán huir dos a diez mil, si su Roca no los hubiera vendido, si el SEÑOR no los hubiera entregado?
La roca de ellos no es como nuestra Roca; nuestros mismos enemigos lo han de reconocer.
La vid de ellos proviene de la vid de Sodoma, y de los campos de Gomorra. Sus uvas son uvas venenosas; sus racimos son amargos.
Su vino es veneno de serpientes y veneno cruel de cobras.
“‘¿Acaso no tengo reservado esto conmigo, sellado entre mis tesoros?
Mía es la venganza, yo pagaré; a su debido tiempo su pie resbalará. Porque está cercano el día de su calamidad, y lo que les está preparado se apresura’.
“Ciertamente el SEÑOR juzgará a su pueblo y tendrá misericordia de sus siervos, cuando vea que se agota su fuerza y que no queda nadie, ni preso ni abandonado.
Él dirá: ‘¿Dónde están sus dioses, la roca en que se refugiaban,
los que comían el sebo de sus sacrificios y bebían el vino de sus libaciones? ¡Que se levanten y los socorran! ¡Que les sirvan de refugio!’.
“‘Vean ahora que yo, Yo Soy, y conmigo no hay más dioses. Yo hago morir y hago vivir; yo hiero y también sano; no hay quien pueda librar de mi mano.
Ciertamente levantaré mis manos a los cielos y diré: ¡Viva yo para siempre!
Cuando afile mi reluciente espada y mi mano arrebate el juicio, tomaré venganza de mis enemigos y retribuiré a los que me aborrecen.
Mi espada devorará carne, y mis flechas embriagaré con sangre: con la sangre de muertos y cautivos, y de las cabezas melenudas del enemigo’.