Explicación, estudio y comentario bíblico de Deuteronomio 32:40-52 verso por verso
Ciertamente levantaré mis manos a los cielos y diré: ¡Viva yo para siempre!
Cuando afile mi reluciente espada y mi mano arrebate el juicio, tomaré venganza de mis enemigos y retribuiré a los que me aborrecen.
Mi espada devorará carne, y mis flechas embriagaré con sangre: con la sangre de muertos y cautivos, y de las cabezas melenudas del enemigo’.
“¡Regocíjense, oh naciones, con su pueblo! Porque él vengará la sangre de sus siervos. Él tomará venganza de sus enemigos y expiará la tierra de su pueblo”.
Moisés fue con Josué hijo de Nun y pronunció todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo.
Cuando Moisés acabó de pronunciar todas estas palabras a todo Israel,
les dijo: “Apliquen su corazón a todas las palabras con que yo les advierto hoy, para que las encarguen a sus hijos a fin de guardar y poner por obra todas las palabras de esta ley.
Porque no son palabras vanas; pues son la vida de ustedes, y a causa de estas palabras prolongarán sus días en la tierra que para tomarla en posesión cruzan el Jordán”.
Aquel mismo día el SEÑOR habló a Moisés diciendo:
“Sube a este monte de Abarim, al monte Nebo, que está en la tierra de Moab, frente a Jericó, y mira la tierra de Canaán que yo doy en posesión a los hijos de Israel.
Allí en el monte a donde subas, morirás y serás reunido con tu pueblo, así como murió Aarón tu hermano en el monte Hor y fue reunido con su pueblo.
Porque actuaron contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba en Cades, en el desierto de Zin; y no me trataron como santo en medio de los hijos de Israel.
Por eso verás la tierra delante de ti, pero no irás allá, a la tierra que doy a los hijos de Israel”.