Explicación, estudio y comentario bíblico de Deuteronomio 32:6-18 verso por verso
¿Así pagan al SEÑOR, pueblo necio e insensato? ¿Acaso no es él tu Padre, tu Creador, quien te hizo y te estableció?
“Acuérdate de los días antiguos; considera los años de muchas generaciones. Pregunta a tu padre, y él te declarará; a tus ancianos, y ellos te dirán.
Cuando el Altísimo repartió heredades a las naciones, cuando separó a los hijos del hombre, estableció las fronteras de los pueblos según el número de los hijos de Israel.
Porque la porción del SEÑOR es su pueblo; Jacob es la parcela de su heredad.
“Lo halló en tierra desértica, en medio de la soledad rugiente del desierto. Lo rodeó, lo cuidó, lo guardó como a la niña de sus ojos;
como el águila que agita su nidada, revolotea sobre sus polluelos, extiende sus alas, los toma, y los lleva sobre sus plumas.
El SEÑOR solo lo guió; no hubo dioses extraños con él.
Lo hizo cabalgar sobre las alturas de la tierra y lo hizo comer los productos del campo. Hizo que chupara miel de la peña, aceite del duro pedernal,
mantequilla de las vacas, leche de las ovejas, con sebo de corderos y carneros, y machos cabríos de Basán. Con lo mejor del trigo y de la sangre de uvas bebiste vino.
“Jesurún se engordó y dio coces. (Te hiciste gordo, grueso y rollizo). Y abandonó al Dios que lo hizo; desdeñó a la Roca de su salvación.
Lo provocaron a celos con dioses ajenos; lo enojaron con abominaciones.
Ofrecieron sacrificios a los demonios, no a Dios; a dioses que no habían conocido, a dioses nuevos, llegados de cerca, a los cuales sus padres no temieron.
Te has olvidado de la Roca que te procreó; te has olvidado del Dios que te hizo nacer.