Explicación, estudio y comentario bíblico de Deuteronomio 5:3-22 verso por verso
No fue solo con nuestros padres que el SEÑOR hizo este pacto, sino también con nosotros, nosotros que estamos aquí hoy, todos vivos.
Cara a cara habló el SEÑOR con ustedes en el monte, de en medio del fuego.
Yo estaba entonces entre el SEÑOR y ustedes, para declararles la palabra del SEÑOR; porque ustedes tuvieron temor del fuego y no subieron al monte. Entonces él dijo:
‘Yo soy el SEÑOR tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud:
“‘No tendrás otros dioses delante de mí.
“‘No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo ni abajo en la tierra ni en las aguas debajo de la tierra.
No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto; porque yo soy el SEÑOR tu Dios, un Dios celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me aborrecen.
Pero muestro misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos.
“ ‘No tomarás en vano el nombre del SEÑOR tu Dios, porque el SEÑOR no dará por inocente al que tome su nombre en vano.
“ ‘Guarda el día del sábado para santificarlo, como te ha mandado el SEÑOR tu Dios.
Seis días trabajarás y harás toda tu obra,
pero el séptimo día será sábado para el SEÑOR tu Dios. No harás en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el forastero que está dentro de tus puertas; para que tu esclavo y tu esclava descansen como tú.
Acuérdate de que tú fuiste esclavo en la tierra de Egipto y que el SEÑOR tu Dios te sacó de allí con mano poderosa y brazo extendido. Por eso el SEÑOR tu Dios te ha mandado que guardes el día del sábado.
“ ‘Honra a tu padre y a tu madre, como el SEÑOR tu Dios te ha mandado, para que tus días se prolonguen y te vaya bien en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da.
“ ‘No cometerás homicidio,
ni cometerás adulterio,
ni robarás,
ni darás falso testimonio contra tu prójimo,
ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo’.
“Estas palabras habló el SEÑOR a gran voz a toda su congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, y no añadió más. Luego las escribió en dos tablas de piedra, y me las dio a mí.