Explicación, estudio y comentario bíblico de Deuteronomio 8:11-20 verso por verso
“Cuídate de no olvidarte del SEÑOR tu Dios, dejando de guardar sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te mando hoy.
No sea que cuando comas y te sacies, cuando edifiques buenas casas y las habites,
cuando se multipliquen tus vacas y tus ovejas, cuando se multipliquen la plata y el oro, y cuando se multiplique todo lo que tienes,
entonces se llegue a enaltecer tu corazón y te olvides del SEÑOR tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud.
Él es quien te hizo caminar por un desierto grande y terrible, de serpientes ardientes y de escorpiones; una tierra sedienta donde no había agua. Él es quien sacó para ti agua del duro pedernal.
Él es quien te sustentó en el desierto con maná, comida que no habían conocido tus padres, con el propósito de humillarte y probarte para al final hacerte bien.
No sea que digas en tu corazón: ‘Mi fuerza y el poder de mi mano me han traído esta prosperidad’.
Al contrario, acuérdate del SEÑOR tu Dios. Él es el que te da poder para hacer riquezas, con el fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.
“Pero sucederá que si alguna vez llegas a olvidarte del SEÑOR tu Dios, y caminas en pos de otros dioses y les rindes culto postrándote ante ellos, entonces yo testifico hoy contra ustedes que perecerán totalmente.
Como las naciones que el SEÑOR destruirá delante de ustedes, así perecerán; porque no han escuchado la voz del SEÑOR su Dios.