• Deuteronomio 9:16

    Miré, y he aquí que habían pecado contra el SEÑOR su Dios. Se habían hecho un becerro de fundición, apartándose rápidamente del camino que el SEÑOR les había mandado.

  • Deuteronomio 9:17

    Entonces tomé las dos tablas, las arrojé de mis dos manos y las rompí delante de sus ojos.

  • Deuteronomio 9:18

    “Luego me postré delante del SEÑOR, como la primera vez, cuarenta días y cuarenta noches. No comí pan ni bebí agua, a causa de todo el pecado de ustedes que habían cometido haciendo lo malo ante los ojos del SEÑOR, hasta enojarlo.

  • Deuteronomio 9:19

    Ciertamente tuve mucho miedo a causa del furor y de la ira con que el SEÑOR estaba tan enojado contra ustedes como para destruirlos. Pero el SEÑOR me escuchó también esta vez.

  • Deuteronomio 9:20

    “El SEÑOR también se enojó tanto contra Aarón como para destruirlo. Y también oré por Aarón en aquella ocasión.

  • Deuteronomio 9:21

    “Yo tomé su pecado, el becerro que habían hecho, y lo quemé en el fuego. Lo desmenucé moliéndolo bien, hasta reducirlo a polvo, el cual arrojé a la quebrada que descendía del monte.

  • Deuteronomio 9:22

    “También en Tabera, en Masá y en Quibrot-hataavah provocaron a ira al SEÑOR.

  • Deuteronomio 9:23

    Y cuando el SEÑOR los envió desde Cades-barnea, diciendo: ‘Suban y tomen posesión de la tierra que yo les doy’, fueron rebeldes al mandato del SEÑOR su Dios y no le creyeron ni obedecieron su voz.

  • Deuteronomio 9:24

    Han sido rebeldes contra el SEÑOR desde el día en que yo los conocí.

  • Deuteronomio 9:25

    Yo me postré delante del SEÑOR cuarenta días y cuarenta noches; me postré, porque el SEÑOR dijo que los iba a destruir.

  • Deuteronomio 9:26

    Oré al SEÑOR diciendo: Oh, SEÑOR Dios, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad que has rescatado por tu grandeza, al cual sacaste de Egipto con mano poderosa.

  • Deuteronomio 9:27

    Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob. No mires la dureza de este pueblo ni su impiedad ni su pecado.

  • Deuteronomio 9:28

    No sea que los de la tierra de donde nos sacaste digan: ‘Porque el SEÑOR no fue capaz de introducirlos en la tierra que les había prometido, o porque los aborrecía, los sacó para matarlos en el desierto’.

  • Deuteronomio 9:29

    Pero ellos son tu pueblo y tu heredad que sacaste con tu gran poder y con tu brazo extendido.

Continúa después de la publicidad