«campo de sangre». 

Un pequeño terreno en Jerusalén, que antes de la muerte de Cristo se llamaba «Campo del alfarero» (Jeremias 19), comprado por los sacerdotes con el dinero devuelto por Judas, quienes lo destinaron a cementerio de extranjeros, ya que, considerándolo «precio de sangre» y, por tanto, contaminado, no podía dedicarse a sepultura de judíos (Mateo 27:7; Hechos 1:19). La voz popular, recordando el origen de dicho cementerio, hizo un fácil juego de palabras y convirtió su nombre en «akeldama», «campo de sangre». Puede localizarse casi con certeza en el lado sur del valle de Hinom, donde existen multitud de tumbas de los cruzados.


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