Ésta es una palabra griega no traducida en la mayor parte de los pasajes (Ro. 9:3; 1 Co. 12:3; 16:22; Gá. 1:8, 9). En Hch. 23:14 se traduce «maldición». El solemne pasaje de 1 Co. 16:22, dice: «El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.» En Gálatas (Gá. 1:8, 9) se dice que si alguien, hombre o un mismo ángel del cielo, predica cualquier otro evangelio que el que habían recibido, que sea anatema. Dos solemnes denuncias que tienen relación con la postura adoptada acerca de la persona del Señor Jesús y del evangelio de Dios.

La palabra «anathema» se usaba de cualquier ofrenda votiva en los templos paganos, las cuales no podían ser redimidas; de ahí, cualquier cosa dedicada.

En el NT se trata de lo consagrado a la maldición de Dios y a la destrucción.

En el AT se corresponde con el término «herem», todo aquello consagrado a la destrucción (cp. Lc. 27:28, 29; Jos. 6:17; 7:1).


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