El gran reino de Asiria estaba situado cerca del río Tigris, limitado al norte por Armenia, por el monte Zagros y Media al este, Babilonia al sur, Siria y el desierto de Siria al oeste. Pero es indudable que sus fronteras no fueron siempre las mismas. Nínive vino a ser su capital. Sus ruinas se hallan ahora dentro del territorio del Iraq. La primera alusión a Asiria se halla en Génesis (Gn. 2:4), donde leemos que uno de los ríos del Paraíso «va al oriente de Asiria» (traducción alternativa: «iba hacia el este a Asiria»).
El nombre de Asiria parece haber derivado de su primera capital, Assur (que ahora recibe el nombre de Qal 'at Sarqat), sobre el Tigris. Aparentemente, gentes procedentes de Babilonia establecieron allí una monarquía, y hubo varios reyes antes de Salmansar I (alrededor del año 1300 a.C.). Su descendencia mantuvo el trono durante seis generaciones hasta Tiglat-pileser I (alrededor del año 1130 a.C.). Este último puede ser considerado como el fundador del primer Imperio Asirio. Hermoseó Nínive y acaudilló sus ejércitos en varias direcciones. Después de él, el reino entró en decadencia bajo Rimón-nirari II, 911 a.C., pero el hijo de éste, Assurnatsir-pal, 883 a.C., volvió a reforzar el reino, arrebatando territorio de los fenicios y de los «Kaldu» (caldeos). Le sucedió Salmansar III, 858 a.C., que expandió aún más sus fronteras, y dejó relatos de sus conquistas, de los que se conservan tres monumentos en el Museo Británico, uno de los cuales es el llamado Obelisco Negro. En él aparecen como coaligados en contra de él, Ben-adad, rey de Siria, y Acab, rey de Israel. Éstos fueron derrotados en la batalla de Karkar en el año 853 a.C. Hazael de Damasco fue también vencido; recibió tributo de Yahua, el hijo de Khumri, esto es, de Jehú, a quien incorrectamente llama hijo de Mori, rey de Israel.
El siguiente rey que invadió Siria fue Rimón-nirari III, 810 a.C. Extendió sus victorias hasta lo que él denomina «la costa del sol poniente», que indudablemente es el Mediterráneo, e impuso tributo sobre los fenicios, israelitas, edomitas, filisteos y Damasco. Después de esto el poder de Asiria se desvaneció por un tiempo.
El siguiente rey notable fue Tiglat-pileser II o III, 745 a.C., que es considerado como el fundador del segundo imperio asirio. Consolidó las varias colonias, deportó a las poblaciones turbulentas y dividió al país en provincias, cada una de las cuales pagaba un tributo anual fijo. En sus inscripciones aparecen los nombres de Joacaz (Acaz) de Judá; Peka y Oseas, de Israel; Reson (Rezín), de Damasco, e Hiram, de Tiro. También se halla el nombre de Merodac-baladán. Tomó Hamat y tuvo a toda la Palestina a su alcance. Atacó a las tribus del otro lado del Jordán, y llevó al exilio a los rubenitas, gaditas y a la media tribu de Manasés (1 Cr. 5:26). Acaz buscó aliarse con él contra Rezín, rey de Damasco. Rezín fue muerto y Damasco tomada, y allí Acaz se encontró con el rey de Asiria (2 R. 16:1-10; 2 Cr. 28:16-21). Se adueñó asimismo de Babilonia, que posteriormente recuperó su independencia bajo Merodac-baladán. Algunos asiriólogos consideran que Tiglat-pileser (cuyo nombre parece haber sido Pulu) es el mismo que el Pul mencionado en las Escrituras, pero ello no concuerda con la cronología bíblica; además, en un pasaje (1 Cr. 5:26) se menciona a Pul y Tiglat-pileser como dos personas distintas.
Salmansar IV accedió al trono en el año 727 a.C. Oseas, rey de Israel, era tributario suyo; al descubrirse que se había aliado con el rey de Egipto, Samaria fue asediada (1 R. 20:1; 2 R. 17:3-5).
Sargón le sucedió en el año 722 a.C., y es él quien conquistó Samaria. Una inscripción suya en Corbasad dice: «Asedié la ciudad de Samaria y deporté a 27.800 hombres que moraban allí, y tomé cincuenta carros de ellos, y ordené que fueran tomados el resto. Puse a mis jueces sobre ellos, e impuse sobre ellos el tributo de los anteriores reyes.» También llevó colonos nuevos a Samaria, pero es de suponer, por los nombres de los lugares de donde procedían, que tal cosa no fue hecha inmediatamente. Conquistó Carquemis, castigó al rey de Siria, e hizo desollar vivo al rey de Hamat. Sargón es mencionado por el profeta Isaías como enviando a su general a Asdod, que la tomó (Is. 20:1). Una inscripción menciona la caída de esta ciudad. Sargón derrotó a Merodac-baladán en Babilonia, pero fue asesinado en el año 705 a.C. Su nombre era Sharru-kenu, «rey fiel».
Senaquerib sucedió a Sargón, su padre, en el año 705 a.C. Ezequías había sido tributario; al rebelarse, Senaquerib tomó las ciudades amuralladas de Judá, y después Ezequías le envió los tesoros de su propia casa y los del templo. A pesar de ello Jerusalén fue atacada y se dieron discursos blasfemos contra el Dios de Israel. Ezequías se humilló ante Dios y el ángel del Señor dio muerte a 185 000 asirios. Senaquerib volvió a su tierra y fue asesinado por dos de sus hijos (2 R. 18:13-19:37). Escribiendo en primera persona Senaquerib relata: «Al mismo Ezequías lo encerré como a un pájaro en una jaula dentro de Jerusalén su ciudad real... además de su anterior tributo y dones anuales, le impuse otro tributo y la honra debida a mi majestad, y lo impuse sobre ellos.»
Una tableta muestra a Senaquerib sentado en un trono recibiendo el botín de la ciudad de Laquis. Se supone que vivió 20 años después que dejara Palestina, antes de ser asesinado. Nada dice de la pérdida de su ejército, y es posible que nunca se recuperara de este choque.
Esar-hadón le sucedió en el año 681 a.C. Se dice de él que reinó del Éufrates al Nilo. También conquistó Egipto y lo dividió en 20 provincias, gobernadas por asirios. Según una inscripción, reclamó la soberanía sobre Babilonia, y tuvo allí su corte. Esto explica que él, como rey de Asiria, llevara a Manasés cautivo a Babilonia (2 Cr. 33:11). Es mencionado también en Esdras (Esd. 4:2) como habiendo enviado colonizadores a Judea. Después de reinar durante 10 años, asoció consigo en el reino al famoso Assurbanipal. De nuevo fue otra vez conquistado. Reunió una famosa biblioteca en Kouyunjik, las tabletas de terracota de las que hay un número preservadas. Assurbanipal murió alrededor del año 626 a.C. La gloria del reino de Asiria iba declinando, y alrededor del año 606 a.C. Nínive fue tomada y destruida (Nah. 1-2).
Los asirios eran idólatras. De las inscripciones se pueden ver cientos de nombres de dioses.
La lengua de los asirios era una rama de las lenguas semíticas, y provenía del acadio. Se escribía con escritura cuneiforme.
Asiria fue usada por Dios como Su vara para castigar a Su pueblo Israel por sus pecados. También esta misma vara, por su soberbia y maldad tuvo que sufrir el juicio de Dios (cp. Is. 10:5-19; 14:25; Ez. 31:3-17; Nah. 3:18, 19; Sof. 2:13). Algunos de los pasajes que hablan del rey de Asiria son proféticos, y se refieren al futuro escatológico que espera su cumplimiento. cuando, como «reyes del norte», tendrán que ver otra vez con Israel, y será juzgada por Dios. La indignación contra Israel cesa con la destrucción del asirio (cp. Is. 10:12; 14:25; 30:27-33). Un notable pasaje habla del derramamiento de bendición sobre Asiria con Egipto e Israel (Is. 19:23-25): «Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad.» Vemos así que los asirios tienen un gran puesto en las Escrituras tanto en el pasado como en el futuro, indudablemente porque han tenido que ver, y tendrán todavía que ver, con el pueblo terrenal de Jehová, «el Israel de Dios». El asirio es el azote abrumador de la ira de Dios debido a la relación de Israel con la idolatría.