«hijo de consolación».

Su nombre era José, pero los apóstoles le dieron el sobrenombre de Barnabás, «hijo de consolación», o más bien, «de exhortación».

Aparece por primera vez cuando vende su tierra y pone el precio de ella a los pies de los apóstoles (Hch. 4:36, 37). Cuando los discípulos en Jerusalén mostraron temor acerca de Pablo, fue él quien lo tomó y lo presentó ante los apóstoles (Hch. 9:26, 27). Cuando los gentiles se convirtieron en Antioquía fue Bernabé quien fue enviado allí desde Jerusalén. Se regocijó en la realidad de la obra, y los exhortó a que se aferraran al Señor; de él se dice en las Escrituras que era «varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe». Fue después en busca de Pablo, y lo llevó consigo a Antioquía, donde trabajaron durante un año entero. Después visitaron juntos Jerusalén, llevando los dones de los santos (Hch. 11:22-30). Antioquía vino a ser un centro desde el que el evangelio salía a los gentiles; fue allí que dijo el Espíritu Santo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado», empezando desde allí lo que recibe el nombre del primer viaje misionero de Pablo (Hch. 13:2-4).

Cuando se suscitó la cuestión de si era necesario que se circuncidasen los creyentes procedentes de la gentilidad, Pablo y Bernabé subieron a Jerusalén para tratar este asunto (Hch. 15:1-41), que se resolvió con la decisión de no encadenar a los gentiles con la ley judía, aunque sí quedaban ligados a las demandas morales y necesarias de Dios (Hch. 15:1-41). Después de esto Pablo propuso volver a visitar a los hermanos en las ciudades en las que habían predicado. Bernabé insistió en llevar con ellos a su sobrino Juan Marcos; al expresar Pablo su desacuerdo, por cuanto Marcos había abandonado antes la obra, se suscitó una viva discusión, y Bernabé, separándose de Pablo, embarcó con Marcos para Chipre, su propio país. Así es como se separaron estos dos valiosos hermanos, que habían arriesgado sus vidas por el nombre del Señor Jesús.

No sabemos nada de las posteriores actividades de Bernabé. Pablo alude a él como habiendo sido arrastrado por la disimulación de Pedro, pero por otra parte habla afectuosamente de él (1 Co. 9:6; Gá. 2:1, 9, 13).


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