«casa de Dios».

  • (a) Ciudad de Palestina al oeste de Hai al sur de Silo (Gn. 12:8; Jue. 21:19) cerca de Micmas (1 S. 13:2). Al entrar en Palestina, y después, Abraham plantó su tienda cerca de Bet el (Gn. 13:3). Los cananeos la llamaban Luz; pero Jacob dio el nombre de Bet-el a un lugar muy próximo a Luz donde durmió sobre el suelo durante su huida de Esaú, y donde tuvo una visión de Dios. Erigió allí la piedra que le había servido de cabezal, para marcar el lugar (Gn. 28:19 ss; 31:13). Eran dos lugares distintos (Jos. 16:2), pero el nombre de Bet-el llegó a suplantar el de Luz para designar a todo el conjunto. Al volver de Padán-aram Jacob fue a Bet-el y levantó un altar confirmando el nombre dado a este lugar (Gn. 35:1-15; Os. 12:5) Los habitantes de esta ciudad ayudaron a los de Hai durante el segundo ataque de Josué (Jos. 8:9, 12, 17) Más tarde Josué y los israelitas se apoderaron de Bet-el dando muerte a su rey (Jos. 12:9, 16) Esta población fue asignada a Benjamín y se hallaba en el limite norte de esta tribu, en la frontera con Efraín (Jos. 16:2; 18:13, 22).

Los hombres de Efraín entraron y pasaron a cuchillo a todos sus habitantes cananeos, cuando se estaban instalando en los territorios recientemente conquistados (Jue. 1:22-25); al final, la ciudad quedó, de hecho, en poder de los efrainitas (1 Cr. 7:28). Cuando los israelitas se reunieron en Mizpa, cerca de Gabaa, para combatir contra Benjamín, sacaron el arca de Silo, a 29 Km. de distancia; de Mizpa fue después llevada a Bet-el, a unos 13 Km (Jue. 20:1, 27). Los hombres de Israel acudían allí para consultar a Jehová; erigieron allí un altar provisional, ofreciendo sacrificios sobre él (Jue. 20:18-26). Al final de la guerra, volvieron a Bet-el, presentándose ante Jehová, y construyeron un nuevo altar, o repararon el antiguo, y ofrecieron holocaustos (Jue. 21:2-4). Cuando ya no había servicio sacerdotal en Silo, a causa de la pérdida y de la recuperación del arca, Bet-el fue uno de los lugares en el circuito que Samuel recorría juzgando a Israel; allí se presentaban las ofrendas a Dios (1 S. 7:16; 10:3).

Allí Jeroboam, cuando tuvo lugar el cisma nacional, puso uno de sus becerros (1 R. 12:29-33), para impedir que los israelitas fueran a Jerusalén a adorar. Se erigió un altar, y se ofrecieron sacrificios al ídolo, pero fue condenado por un varón de Dios, y el altar fue quebrado (1 R. 12:29-33; 13:1-32; Am. 7:10, 13). Los profetas denunciaron el culto idolátrico, y a los que los practicaban (Jer. 48:13; Os. 10:15; Am. 3:14; 4:4; 5:5, 6). Fue entonces que fue llamado Bet-avén, o «casa de iniquidad, o de vanidad» (véase BET-AVÉN, cp. Os. 4:15; 5:8; 10:5).

Amós, a causa de su audaz predicación, estuvo en peligro en Bet-el (Am. 7:10-13). Josías destruyó sus altares y lugares altos; allí quemó, conforme a lo predicho por el profeta Abías, huesos sacados de los sepulcros de los sacerdotes paganos (2 R. 23:4, 15-20).

Algunos habitantes de Bet-el retornaron del exilio babilónico con Zorobabel (Esd. 2:28; Neh. 7:32); esta ciudad volvió entonces a manos de los benjamitas (Neh. 11:31). Las ruinas de esta ciudad, llamada Beitin, se encuentran en la línea de división de las vertientes de Palestina, a 18 Km. al norte de Jerusalén, en la cumbre de una colina que desciende hacia el sudeste, ocupando unas 80 Ha. Existen allí abundantes restos arqueológicos e históricos.

  • (b) Ciudad en el territorio de Simeón (1 S. 30:27). Véase BETUEL.

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