Las monedas para el uso cotidiano se guardaban generalmente en una bolsa sujeta al cinto (Pr. 1:14; 7:20; Lc. 22:35). Con el objeto de evitar la necesidad de pesar el metal en cada operación comercial (un caso típico se tiene en Gn. 23:15-16), se introdujeron lingotes de peso conocido (por ejemplo 1 S. 9:8: un cuarto de siclo de plata). Las monedas grandes eran más pesadas que las de uso corriente en nuestros días y generalmente eran de oro o de plata. A veces las monedas se llevaban en un cinturón bien ceñido (Mt. 10:9). Judas era el administrador de la «bolsa» común del grupo de Jesús (Jn. 12:6; 13:29). Las grandes cantidades de monedas se llevaban en cofres. Algunos comerciantes llevaban sus pesas en bolsas especiales (Dt. 25:13; Is. 46:6; Mi. 6:11). Estas bolsas eran generalmente de cuero o de seda. Los perfumes y aromas se llevaban en bolsitas que las mujeres llevaban al cuello (Cnt. 1:3, hebreo).


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