Este término es de origen griego y significa «universal».
La verdadera Iglesia de Cristo se llama católica porque se extiende por todo el mundo y a todos los tiempos. La Iglesia de Roma se ha usurpado este título, aplicándolo sin razón exclusivamente a ella.
«Las Epístolas Católicas» son cinco, llamadas así porque fueron dirigidas a la Iglesia en general y no a alguna particular. Son una epístola de Santiago, dos de Pedro, una de Juan y una de Judas.
La primera vez que el término católico aplicado a la iglesia aparece en la literatura eclesiástica es en los escritos de San Ignacio de Antioquía (Ep. ad Smyr. 8:2).