EL CRISTO (gr. «ho christos»).

Un título oficial del Señor Jesús, que vino a usarse como nombre. En Jn. 1:41, 4:25 este título es relacionado con el de Mesías del AT. Los judíos y samaritanos estaban esperando al Mesías, «llamado el Cristo». Hallamos el título «Mesías» en Dn. 9:25, 26 en la profecía de las Setenta Semanas. El término hebreo es «mashiach» y significa «ungido». Este término es empleado para el Señor Jesús en Sal. 2:2, donde se habla de los reyes y príncipes consultando contra Jehová y contra Su «Ungido». Este mismo término se usa para el sumo sacerdote y el rey como ungidos de Dios; pero el Señor Jesús es enfáticamente «el Ungido», siendo éste el significado del término «el Cristo». «El Cristo» es la forma en que debiera aparecer este título en muchos lugares del NT donde Reina-Valera tiene simplemente «Cristo». En los Evangelios es casi siempre «el Cristo», y con frecuencia en las epístolas, excepto en aquellos lugares en los que se diga Jesucristo o Cristo Jesús, que tiene más claramente el carácter de nombre. Se refiere al Señor como Hombre, como ungido con el Espíritu Santo.

En Daniel leemos que el Mesías Príncipe sería cortado, y no tendría nada (Dn. 9:26, margen). La antigua versión de Reina traduce «será muerto, y nada tendrá» y en el margen da la paráfrasis «será echado de la posesión». Esto se cumplió cuando, en lugar de ser aceptado como Mesías por los judíos, fue rechazado, cortado, y no recibió ninguno de los honores mesiánicos que le pertenecían, aunque, con Su muerte, echó los cimientos de Su futura gloria en la tierra, obrando la redención eterna para los salvos.

Leemos en 1 Co. 12:12 que así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, «así es el Cristo». La Cabeza y los miembros en el poder y la unción del Espíritu forman un solo cuerpo.

Habiendo sido rechazado como Mesías en la tierra, Él ha sido hecho, ya resucitado de los muertos, Señor y Cristo (Hch. 2:36), y así se cumplen los consejos de Dios con respecto a Él y al hombre en Él. Se revela que los santos habían sido escogidos en Cristo desde antes de la fundación del mundo. Todas las cosas en el cielo y en la tierra tienen que ser encabezadas en el Cristo (Ef. 1:10). Como el Cristo es la Cabeza del cuerpo la Iglesia (Ef. 4:15). Este es un tema de vasta extensión, que apenas si puede ser bosquejado en un artículo.

Bibliografía:

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Lacueva, F.: «La persona y la obra de Jesucristo» (Clíe, Terrassa, 1979);

Martínez, J. M.: «Cristo, el Incomparable» (Clíe, Terrassa, 1970);

Sanz, C.: «Jesucristo» (Depósito de Literatura Cristiana, Valence, 1979);

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Wallis, A.: «¿Quién es Jesús de Nazaret?» (CLC, Madrid, 1968).


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