El idioma hebreo posee muchas palabras para designar las diferentes clases de cuerdas, cordones y cordeles, conforme a sus distintos usos o a las materias de las cuales estaban fabricados, que eran: lino, fibra de palma, pelo de camello o de cabra, junco, cuero, etc.
Generalmente se hacían por simple torsión, y las cuerdas trenzadas eran consideradas mercancía de lujo (Ez. 27:24).
El término más usado y que designa la cuerda propiamente dicha es «hébel»; se emplea para trasladar pesos, fijar las tiendas al suelo, suspender cortinas, atar animales y prisioneros, etc. (Jos. 2:15; Is. 33:20, 23; Jb. 40:25; Est. 1:6). Designa también la cuerda con la cual se medían grandes dimensiones, y de ahí vino a ser sinónimo de tierra, propiedad y herencia (Sal. 16:6; Zac. 2:5).
Otras palabras hebreas son:
«agmón», que era un lazo de junco usado por los pescadores;
«metar»: propiamente la cuerda del arco; también las cuerdas con que se levantaban las tiendas, que era el cordel empleado para usos técnicos como medir, dirigir una construcción, nivelar el suelo, etc., que se traduce al castellano con el nombre genérico de «medida».
En el Nuevo Testamento se usa la misma palabra para indicar las cuerdas del látigo con que Cristo arrojó a los mercaderes del Templo, y las que sostenían los botes de la nave en que Pablo fue llevado a Roma prisionero (Jn. 2:15; Hch. 27:32).