(Heb., «abeja»).
Nombre propio femenino. La Biblia destaca:
- (a) La nodriza de Rebeca a quien ella acompañó de Aram a Canaán (Gn. 24:59). En su muerte, cerca de Bet-el, fue sepultada con marcadas manifestaciones de afecto, bajo la famosa encina a la que entonces se dio el nombre de Allon-bacut, «la encina del llanto» (Gn. 35:8), 1732 a.C. Estaba en ese tiempo en la casa de Jacob, habiendo muerto ya Rebeca, sin duda alguna, y tenía como 120 años de edad (Gn. 24:59). Hay algo muy hermoso en esta sencilla consignación, que apenas podría hallarse en nuestras grandes historias de reyes, hombres de estado y guerreros afamados. Éstos, en efecto, rara vez se toman la molestia de erigir un monumento a una vida digna pero oscura que se ha pasado en el desempeño de servicios humildes.
- (b) Profetisa y esposa de Lapidot, que juzgó a los israelitas y habitó bajo una célebre, y acaso, solitaria palmera entre Rama y Bet-el (Jue. 4:4, 5). Cuando los judíos, especialmente los de las tribus del norte, sufrían bajo la tiranía de Jabín (1296 a.C.), como profetisa se empeñó en levantarlos de su abatimiento, y enviando por Barac lo indujo a atacar a Sísara y le prometió la victoria. Barac, sin embargo, rehusó ir a menos que ésta le acompañase, cosa a que Débora accedió; pero le dijo que el éxito de la expedición sería imputado a una mujer y no a él. Después de la victoria compuso un espléndido canto triunfal, que se conserva en Jue. 5 y que es una de las páginas más antiguas de la literatura bíblica.