Disolución del lazo matrimonial. Moisés había consentido que los hombres repudiaran a sus mujeres por cualquier causa, como vemos en Dt. 24:1, 3; pero el Señor Jesús mantuvo la ordenanza original de Dios de que lo que Dios había unido, el hombre no tenía derecho a separar; por ello un hombre no tiene derecho a divorciarse de su mujer excepto por causa de fornicación, cuando ella misma haya disuelto el lazo matrimonial (Mt. 5:31, 32; 19:3-9). Se debe dar carta de divorcio a la mujer. La redacción de este documento, y conseguir su refrendo mediante testigos, era un cierto freno para el temperamento alterado de quien quería llevar a cabo su repudio.

El divorcio se usa simbólicamente para expresar la acción de Dios al repudiar a Israel, que había sido muy infiel, dándole carta de divorcio (Is. 50:1; Jer. 3:8).


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