= «cubierta».
(a) Prenda del sumo sacerdote. Se dieron minuciosas instrucciones para su hechura. Tenía que ser hecho de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido, trabajado con primor. El oro era batido para formar delgadas chapas, y después se cortaba en hilos, que eran entretejidos en la tela.
El cinto debía ser de los mismos materiales bordados. Sobre las hombreras se colocaban dos piedras de ónice, con los nombres de las doce tribus grabados en ellas, seis en cada una; así, siempre que Aarón llevaba el efod, estaba representando a las doce tribus.
Había también el manto del efod, que era todo de azul, y en su borde había granadas de azul, púrpura y carmesí, con campanillas de oro entre ellas. Es indudable que el manto era mucho más largo que el efod, que se supone que no llegaba a las rodillas, y que se llevaba sobre el manto.
El pectoral se ponía sobre el efod.
También se llevaba una túnica de lino fino, colocada por debajo del manto.
Todo lo anterior, con la mitra, eran los vestidos de Aarón «para honra y hermosura» (Éx. 28:40).
En los varios materiales del efod quedan tipificadas la justicia divina, el carácter celeste, la realeza, dignidad, y las gracias del Espíritu: las virtudes que caracterizaban al Señor Jesús. Inseparablemente unido al efod estaba el pectoral, en el que se hallaba el Urim y Tumim; así al llevar el efod, el juicio de los hijos de Israel era llevado ante el Señor, según sus luces y perfecciones (éste es el significado de los términos Urim y Tumim). Aunque no se llevaba en ocasiones ordinarias, era necesario cuando se buscaban instrucciones de parte de Dios (cp. 1 S. 21:9). Así, la recepción de respuestas de Dios queda relacionada con el Urim y Tumim, que estaban en el pectoral (Éx. 28:28: cp. Nm. 27:21; 1 S. 28:6; Esd. 2:63; Neh. 7:65).
El término «efod» es una transliteración del mismo vocablo hebreo, y proviene de «atar alrededor o atar», por lo que su significado no parece ir más allá de «una vestidura sacerdotal» (Éx. 29:5; 35:9, 27; 39:2-22; Lv. 8:7; 1 S. 2:28).
(b) Además de lo anterior, que puede recibir el nombre de «el» efod, había otros que llevaban los sacerdotes, pero que no son descritos (1 S. 14:3; 22:18; 23:6, 9; 30:7; Os. 3:4). Con ocasión de la subida del arca a Jerusalén, David se revistió de un efod de lino (1 S. 2:18). En todos los pasajes anteriores el efod tiene carácter de vestidura sacerdotal, aunque David no pertenecía a la tribu de Aarón. En esto constituyó un tipo de regio sacerdote del orden de Melquisedec.
(c) Una extraña desviación de lo anterior lo fue el efod que hizo Gedeón del oro, púrpura y los ornamentos tomados de los madianitas, detrás del cual se extravió Israel, y que vino a ser tropiezo para Gedeón y toda su casa (Jue. 8:27). Aún peor fue el caso de Micaía que, habiéndose hecho un santuario de dioses, hizo un efod, y consagró a uno de sus hijos como sacerdote. Un levita que llegó a la casa se involucró en todo ello, y pretendía inquirir de Dios mediante el efod. Cuando los ídolos fueron robados por los danitas, el levita los acompañó con mucho gusto, para, con los ídolos y el efod, llegar a ser el sacerdote de esta tribu. De esta manera quedó asociada con la idolatría una vestimenta sacerdotal que hubiera debido estar asociada con el culto a Jehová (Jue. 17:5; 18:14-20).
(d) Padre de Haniel, príncipe de la tribu de Manasés (Nm. 34:23).